miércoles, 26 de septiembre de 2018

Herramientas prácticas para encontrar tu voz más sabia

Podcast semanal #011 de Crisálida, escuela de Alquimia Espiritual, para el programa "Ágape, por una ciudad educadora". El audio, seguido por su transcripción, para escuchar y/o leer, como más te guste.






Bienvenidos al espacio de Crisálida, escuela de Alquimia Espiritual, fundada por quien les habla, Carolina Iglesias.
En varias de las emisiones anteriores hago referencia a entablar diálogos internos entre nuestros aspectos fragmentados. En esta oportunidad, voy a compartir tres herramientas prácticas para empezar a reconocer nuestros aspectos internos, y sobre todo para empezar a reconocer tu voz interior más sabia con el propósito de que puedas acudir a ella en forma habitual.
Dado que somos seres únicos, con un ADN cósmico y humano particular, resulta lógico que el mejor consejo y las palabras más adecuadas en cada momento no las tenga otra persona, sino que se encuentren en el interior de cada uno de nosotros. Si bien podemos pedir consejos u opiniones a otras personas o acudir a libros y expertos varios para ampliar nuestra perspectiva y lograr mayor claridad, llega un momento en que la elección la tenemos que tomar nosotros.
Las herramientas que voy a  presentar a continuación son sumamente útiles para encontrar la voz de mayor sabiduría en una instancia determinada.
La primera herramienta consiste en tomar un objeto cualquiera que quepa en una mano –como por ejemplo un lápiz, una cuchara o una piedra. Indistintamente, una mano le va a dar voz al aspecto nuestro que está necesitando un consejo, una palabra de aliento o claridad sobre un tema; y la otra mano le va a dar voz a mis aspectos de mayor sabiduría unificados. Entonces, tomamos el objeto con la mano que representará al aspecto que requiere el consejo y empezamos a hablar, en voz alta. Cuando sentimos que dijimos todo el preámbulo, pasamos el objeto de mano, tomamos una respiración profunda, y empezamos a darle voz a nuestros aspectos más sabios unificados en esa otra mano. Vamos cambiando el objeto de mano, dándole voz a cada aspecto hasta sentir que logramos la claridad o el alivio que buscábamos.
La segunda herramienta es hacer el mismo ejercicio pero por escrito. En este caso, sugiero tomar dos biromes de colores distintos y asignarle un color a los aspectos sabios y otro color a la identidad que se abre a recibir mayor sabiduría. Al igual que en el caso anterior, empiezo a escribir con un color lo que estoy pensando y sintiendo, y luego tomo el otro color para escribir la perspectiva de mayor sabiduría. La idea es que se entable un diálogo, que haya preguntas, y un ida y vuelta. Para facilitar el proceso, te sugiero tomar una respiración profunda en cada cambio.
La tercera herramienta es para facilitar que la voz sabia se afloje y fluya. En caso de que te resulte difícil encontrar tu voz sabia, te invito a que consideres qué pasaría si viniera tu mejor amiga, tu pareja o un hijo con la duda, el conflicto o la necesidad que te ocupa a vos. ¿Qué consejo le darías? ¿Qué le dirías? Si surge la frase fácil “no sé”, desafiate a decir: “¿Y si supiera?”. Y así empezás, diciendo: “si yo supiera exactamente qué hacer o qué decir en este momento diría…”, y continúo desde ahí. Me acompaño en las primeras palabras que quizá sean torpes o graciosas, permito que la risa o el ridículo me aflojen, y sigo adelante. Me comprometo a encontrar algo que decir o a acompañarme en el silencio o la incomodidad de la espera.
Estas herramientas solo funcionan si las pongo en práctica. Desdoblarte de esta manera da aire a todo tu sistema y habilita circuitos y saberes que estaban desactivados. Te invito a probarlas y modificarlas hasta encontrar la variante que te resulte más útil.

Si te entusiasma profundizar la aventura de descubrir quién eras antes de que te dijeran quién ser, te espero en mi página de Facebook, @CrisalidaAlquimia. Hasta la próxima.

martes, 18 de septiembre de 2018

Inclusión de las minorías internas

Podcast semanal #010 de Crisálida, escuela de Alquimia Espiritual, para el programa "Ágape, por una ciudad educadora". El audio, seguido por su transcripción, para escuchar y/o leer, como más te guste.




Bienvenidos al espacio de Crisálida, escuela de Alquimia Espiritual, fundada por quien les habla, Carolina Iglesias.
En esta oportunidad quiero hablar sobre la mayoría y la minoría dentro de la crisálida, es decir, en nuestro espacio interior. En la realidad externa en la que vivimos, está ampliamente aceptado que ante una situación en la que las partes no están de acuerdo, gane el voto mayoritario. De esta manera, lo que propone la minoría se pierde, no se incluye, o pasa a ser parte de “la oposición”. Al armar nuestra estructura de supervivencia, todos solemos incluir esta dinámica. Sin embargo, cuando nos disponemos a reconocernos y transformamos, vemos que este modo de resolución no funciona en nuestro universo interno. Allí, se vuelve prioritario encontrar la forma de que tanto nuestros aspectos mayoritarios como los minoritarios tengan libertad de expresarse y ser tenidos en cuenta.
Así, en nuestro discurso habitual, elegimos por la mayoría y decimos por ejemplo: “Tengo miedo” o “Tengo confianza”, aunque lo más probable es que ni tengamos miedo al ciento por ciento, ni tengamos confianza al ciento por ciento. Dependiendo de la situación, la cuota mayoritaria va a ser de confianza, o de miedo o resistencia.
                A fin de lograr claridad en cuanto a la composición de mi pensar y mi sentir en una situación determinada, propongo adoptar una herramienta de medición. Te cuento una que me resulta muy práctica y sencilla. Tengo dos botellitas iguales, una llena de arroz y la otra vacía. Cuando detecto una situación en la que mis aspectos no están unificados, me hago una pregunta y mido la intensidad de mi respuesta mayoritaria trasvasando el arroz de una botellita a la otra.  
Por ejemplo, digo: “quiero hacer tal cosa”, y descubro que una parte de mí tiene muchas ganas de hacerla, mientras que otra parte de mí se resiste. Elijo medir mi grado de confianza y me pregunto: “¿En cuánto quiero hacerlo?”, y trasvaso. Enseguida tengo una imagen bien concreta de mi grado de confianza en una botellita y de mi grado de resistencia en la otra. Luego entablo un diálogo con cada una de ellas. Primero le pregunto al aspecto que tiene confianza por qué quiere hacerlo, qué mueve su entusiasmo. Luego paso al aspecto que está sosteniendo la resistencia. Le pregunto qué inteligencia, qué lógica está sosteniendo esa resistencia, y escucho. Tal vez tenga que ver con una situación incómoda pasada que no quiero repetir o tal vez se trate de una falta de madurez.  Por eso es muy importante prestarle atención a esa cuota minoritaria, para poder atenderla y darle lo que necesita.
En este ejercicio, formo un triángulo concreto. Ese  yo que terceriza empieza el proceso de unificación a partir de su atención respetuosa a ambos aspectos en aparente conflicto.  
A partir de esta escucha curiosa, descubro que mi aspecto que tiene confianza quizás actuaría ya, mientras que la otra parte, por ejemplo, tiene la percepción de una sutileza más sabia que dice “todavía no es el momento, hay que esperar”. Entonces, no es que el aspecto minoritario sostiene un “no” rotundo, sino que es un “no todavía”. Así, desde mi punto central que escuchó a ambos aspectos, voy a tomar una decisión integradora.
Si te resuena mi propuesta, te invito a probarla. Y si no, te aliento  a que busques tu propia forma de incluir a todos tus aspectos con amor y respeto.


Si te entusiasma profundizar la aventura de descubrir quién eras antes de que te dijeran quién ser, te espero en mi página de Facebook, @CrisalidaAlquimia. Hasta la próxima.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Manifestación interna de la dinámica víctima-agresor-salvador

Podcast semanal #009 de Crisálida, escuela de Alquimia Espiritual, para el programa "Ágape, por una ciudad educadora". El audio, seguido por su transcripción, para escuchar y/o leer, como más te guste.






Bienvenidos al espacio de Crisálida, escuela de Alquimia Espiritual, fundada por quien les habla, Carolina Iglesias.
En la emisión anterior te pregunté si te atrevías a mirar la dinámica víctima-agresor-salvador de frente, y hoy te invito a explorar cómo se manifiesta cada rol en nuestro interior, en la estructura de supervivencia de nuestra crisálida. La forma más clara de detectar a cada uno de los roles es a través de los pensamientos, ya que cada uno se expresa con pensamientos bastante definidos.
Empecemos con el agresor. El agresor, al tener inhabilitada la empatía, solo puede vincularse ejerciendo el poder que la víctima cede. Se manifiesta entonces como el gran juez y la gran autoridad a partir de castigos y recompensas. Los pensamientos que emite son de exigencia extrema, desvalorización y juicio constante. Veamos algunos ejemplos: “Podría haberlo hecho mejor”, “no me esforcé lo suficiente”, “la vida me castigó”, “me lo merezco/no me lo merezco”, “soy muy gorda/flaca/joven/vieja/débil, etc.”, “soy un desastre en tal o cual cosa”. El agresor manipula a la víctima con pensamientos de desvalorización y culpa.
Para empezar a debilitar este rol, cuando detecto uno de sus pensamientos lo enfrento preguntándome: ¿A qué capacidades y habilidades creativas tendría acceso si dejara de criticar/juzgar/exigir en este momento? ¿Qué tengo para ofrecer y contribuir que me abriría formas libres de vincularme con los demás, sin necesidad de manipularlos, controlarlos o anularlos?
La víctima desactivó el amor por sí misma y la capacidad de entusiasmarse ante un desafío. La víctima está constantemente queriendo complacer al agresor, para evitar sus castigos y ganarse sus recompensas. Los pensamientos con los que se manifiesta son del estilo: “no puedo”, “a mí nada me sale me bien”, “el mundo contra mí”, “no tengo”. La víctima es la que siempre se relata los dolores y padecimientos. De vez en cuando pretende escudarse de los castigos del rol agresor con excusas como “yo no sabía”, “a mí nadie me avisó”. Todos los pensamientos que ubican el motivo de mi padecer en otro, ya sea con culpa o con responsabilidad son manifestaciones de la víctima. Desde ese lugar no se hace cargo de nada, siempre espera soluciones mágicas que no involucren su participación. Sigue los consejos del salvador buscando fracasar para poder decir: “ves, a mí nada me funciona”.
Para empezar a desactivar el rol de víctima, cuando detecto uno de sus pensamientos la enfrento preguntándome: ¿A qué posibilidades, capacidades y habilidades creativas tendría acceso si dejara de quejarme y de enfocarme en lo que creo que me falta? ¿Qué tengo disponible ahora? ¿Qué posibilidades se abrirían si creyera plenamente en mí misma y en mis capacidades?
El salvador es ese aspecto nuestro impulsado por el miedo, siempre en la búsqueda de soluciones, recetas, secretos y los pasos a seguir para resolver situaciones que no se presentan en mi realidad. Acumula soluciones “por las dudas”, todas fundadas en Oscuridad-Miedo. Necesita que el agresor siga generando problemas a la víctima para ser quien las resuelva. El salvador también ejerce el rol de juez que imparte castigos y recompensas, y en esa función, es aliado del agresor. Siempre dando consejos y diciendo lo que se debería hacer. El salvador se convierte en agresor cuando la víctima “no le hace caso” o cuando “no sigue sus consejos al pie de la letra”.
Para desactivar el rol del salvador lo enfrento preguntándome: ¿Qué posibilidades y capacidades creativas se me abrirían si dejara de enfocarme en buscar soluciones para problemas que no son reales? ¿Y si en lugar de solucionar me enfocara en crear? ¿Qué posibilidades se abrirían si creyera en mí misma y en mi capacidad creativa?

La desarticulación de las estructuras de supervivencia es una tarea personal e intransferible.

Si te entusiasma profundizar la aventura de descubrir quién eras antes de que te dijeran quién ser, te espero en mi página de Facebook, @CrisalidaAlquimia. Hasta la próxima.

lunes, 3 de septiembre de 2018

Dinámica víctima-agresor-salvador

Podcast semanal #008 de Crisálida, escuela de Alquimia Espiritual, para el programa "Ágape, por una ciudad educadora". El audio, seguido por su transcripción, para escuchar y/o leer, como más te guste.





Uno de los pilares en el autodescubrimiento de nuestro ADN cósmico -esa geometría energética particular que vinimos a expresar a partir de nuestra identidad humana- es la tarea de recuperar la percepción de nuestra libertad de SER. Dicha tarea implica necesariamente observar los pensamientos con los que hemos construido nuestra estructura de supervivencia, cuestionarlos y elegir de nuevo, ya no con el propósito de supervivencia sino con el propósito de empezar a contribuir con creaciones originales.
Hoy te propongo observar, de la manera más neutra posible, el triángulo que sostiene muchísimas capas de supervivencia del género humano. Se trata de la dinámica víctima - agresor – salvador. La víctima ocupa el rol del “pobrecito”, del que no puede, del que no tiene los recursos necesarios para su vida, del que todos deben apiadarse, es el rol del más débil, el que se cree incapaz de recuperar o desarrollar su propia fortaleza. El rol de víctima debe necesariamente tener suspendido, olvidado o censurado su aspecto fuerte, equilibrador y defensor de las fronteras de su configuración particular. El rol del agresor, por otra parte, aprovecha la autocensura de poder de la víctima para ejercer su propio poder sobre ella y su territorio. El agresor, para poder agredir, tiene que tener autocensurada su capacidad de empatizar con el sentir de la víctima. El triángulo se completa con la figura del salvador, que empatiza con la víctima y le ofrece su propia energía equilibradora y defensora de frontera para salvarla del agresor. El rol del salvador no activa la energía de poder en la víctima, sino que ofrece la propia para sentirse bien consigo mismo. En esta dinámica, ninguno de los roles está equilibrado ni tiene todos sus aspectos energéticos funcionales activos. Todos parten de una gran desvalorización y de una herida muy profunda, y a partir de esa plataforma de distorsión inconsciente, actúan.
Esta dinámica se ve claramente en la sociedad en grupos de defensa, protesta y denuncia. Al adentrarme en mi crisálida para observar esta dinámica de cerca, me sorprendió descubrirla incluso en los reclamos de justicia. ¿Qué reclamo cuando pido justicia? ¿Quiénes piden justicia? ¡Las víctimas y los salvadores! Si la juego de víctima, reclamo que todos los agresores paguen y sufran por lo menos un poquito de lo que me hicieron sufrir a mí. Y en ese caso ¿de qué me sirve un agresor encerrado si mi campo energético sigue desprovisto de mi fortaleza interna, es decir, de lo único que realmente podría permitirme vivir segura? Si en cambio la juego de salvadora, hago que la fuerza de mi voz y mi actuar suplan la fortaleza de la víctima, reforzando su condición de víctima, ya que al defenderla y salvarla yo me creo poderosa y valiosa. La triste verdad de la salvadora es que sin víctimas ni agresores, no tiene razón de ser, ya que nunca se le ocurrió usar su fortaleza y su voz para la creación de algo original, porque en el fondo no se siente capaz de hacerlo.
Cuando me atreví a mirar este juego de frente, me pregunté: “¿Qué es capaz de crear una persona totalmente libre de esta dinámica? ¿Qué es capaz de crear una sociedad totalmente libre de esta dinámica?
Y sin dudarlo, decidí averiguarlo, empezando por mí. Mi intención es recuperar la funcionalidad completa de mi ser en armonía dinámica, dejando en libertad todos mis aspectos energéticos constitutivos. Para llevar a cabo esta tarea de autoliberación, tengo que estar dispuesta a observar con curiosidad, neutralidad y compasión toda mi estructura de pensamientos, sentires y acciones. Al observarme, detecto y descubro dónde tengo activa la dinámica de víctima-agresor-salvador, y es entonces que con amor incondicional puedo llegar a percibir la inocencia de los tres roles, cualquiera sea el más preponderante, y proceder a desactivar la dinámica completa.
Se trata de un modelo en desarrollo. Es una propuesta artesanal y comprometida de reorganización interna a partir de la toma de conciencia. Y hoy te invito a preguntarte, ¿te atrevés a mirar esta dinámica de frente? ¿Cómo ves este juego vos? ¿Lo estás jugando por elección libre?
Generar procesos para desmantelar la estructura de supervivencia y empezar el armado del vehículo más adecuado para mi expresión original es mi primera vocación; y ahora también disfruto compartir mis desarrollos con quienes resuenen con ellos.
Si te entusiasma profundizar la aventura de descubrir quién eras antes de que te dijeran quién ser, te espero en mi página de Facebook, @CrisalidaAlquimia. Hasta la próxima.