Bienvenidos
al espacio de Crisálida, escuela de Alquimia Espiritual, fundada por quien les
habla, Carolina Iglesias.
En esta oportunidad quiero hablar sobre
la mayoría y la minoría dentro de la crisálida, es decir, en nuestro espacio
interior. En la realidad externa en la que vivimos, está ampliamente aceptado
que ante una situación en la que las partes no están de acuerdo, gane el voto
mayoritario. De esta manera, lo que propone la minoría se pierde, no se
incluye, o pasa a ser parte de “la oposición”. Al armar nuestra estructura de supervivencia, todos
solemos incluir esta dinámica. Sin embargo, cuando nos disponemos a
reconocernos y transformamos, vemos que este modo de resolución no funciona en
nuestro universo interno. Allí, se vuelve prioritario encontrar la forma de que
tanto nuestros aspectos mayoritarios como los minoritarios tengan libertad de expresarse
y ser tenidos en cuenta.
Así, en nuestro discurso habitual, elegimos
por la mayoría y decimos por ejemplo: “Tengo miedo” o “Tengo confianza”, aunque
lo más probable es que ni tengamos miedo al ciento por ciento, ni tengamos
confianza al ciento por ciento. Dependiendo de la situación, la cuota mayoritaria
va a ser de confianza, o de miedo o resistencia.
A fin de lograr claridad en
cuanto a la composición de mi pensar y mi sentir en una situación determinada, propongo
adoptar una herramienta de medición. Te cuento una que me resulta muy práctica
y sencilla. Tengo dos botellitas iguales, una llena de arroz y la otra vacía. Cuando
detecto una situación en la que mis aspectos no están unificados, me hago una
pregunta y mido la intensidad de mi respuesta mayoritaria trasvasando el arroz
de una botellita a la otra.
Por ejemplo, digo: “quiero hacer tal
cosa”, y descubro que una parte de mí tiene muchas ganas de hacerla, mientras
que otra parte de mí se resiste. Elijo medir mi grado de confianza y me
pregunto: “¿En cuánto quiero hacerlo?”, y trasvaso. Enseguida tengo una imagen
bien concreta de mi grado de confianza en una botellita y de mi grado de
resistencia en la otra. Luego entablo un diálogo con cada una de ellas. Primero
le pregunto al aspecto que tiene confianza por qué quiere hacerlo, qué mueve su
entusiasmo. Luego paso al aspecto que está sosteniendo la resistencia. Le pregunto
qué inteligencia, qué lógica está sosteniendo esa resistencia, y escucho. Tal
vez tenga que ver con una situación incómoda pasada que no quiero repetir o tal
vez se trate de una falta de madurez. Por eso es muy importante prestarle atención a
esa cuota minoritaria, para poder atenderla y darle lo que necesita.
En este ejercicio, formo un triángulo
concreto. Ese yo que terceriza empieza
el proceso de unificación a partir de su atención respetuosa a ambos aspectos
en aparente conflicto.
A partir de esta escucha curiosa,
descubro que mi aspecto que tiene confianza quizás actuaría ya, mientras que la
otra parte, por ejemplo, tiene la percepción de una sutileza más sabia que dice
“todavía no es el momento, hay que esperar”. Entonces, no es que el aspecto
minoritario sostiene un “no” rotundo, sino que es un “no todavía”. Así, desde
mi punto central que escuchó a ambos aspectos, voy a tomar una decisión integradora.
Si te resuena mi propuesta, te invito a
probarla. Y si no, te aliento a que
busques tu propia forma de incluir a todos tus aspectos con amor y respeto.
Si te entusiasma profundizar la aventura
de descubrir quién eras antes de que te dijeran quién ser, te espero en mi
página de Facebook, @CrisalidaAlquimia. Hasta la próxima.
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