martes, 9 de agosto de 2016

La analogía del caldero-colador



Te invito a recorrer el esbozo de una analogía que puede expandirse en espiral hasta el infinito para clarificar muchas situaciones terrenas y humanas. 

Imaginemos una vasija, un caldero para la más refinada Alquimia. Este caldero es también un colador, y como descubriremos al profundizar, tiene la capacidad de abrir y cerrar sus agujeros según sea apropiado. Cada caldero es una pieza única que se crea y recrea en cada AHORA. Su material ha sido entretejido con maestría y destreza artesanal, con una minuciosa atención al detalle. Los orificios del colador varían en forma, tamaño y el color de sus bordes; si prestás atención, descubrirás constelaciones, códigos e imágenes entre su diseño.

Como con cualquier contenedor, su utilidad reside en su vacuidad: es cuando la taza está vacía que podemos servirnos un té caliente y aromático. Hay belleza en el vacío, hay lugar para que existan innumerables posibilidades dentro de esa vacuidad. Juguemos por un momento y enumeremos algunas cosas que podríamos poner en una taza: agua, té, café, alcohol, aceite, vinagre, cereales, semillas, chispas de chocolate, cuentas de collar, aros, piedras, botones, una planta, champú, detergente, azúcar, mezcla para hacer burbujas, helado...

Ahora digamos que esta vasija única y hermosa es nuestro ser humano, y no solo nuestro cuerpo físico, sino también los cuerpos emocionales, mentales y etéricos: una síntesis de todas nuestras vidas pasadas y futuras en todos los planos y galaxias. Si bien nos resulta fácil percibir y conocer la utilidad y el valor de la vacuidad esencial de la multiplicidad de contenedores cotidianos, pareciera que de alguna manera hemos sostenido la creencia de que la completud es el estado deseado - SIEMPRE. ¿Recordás la premisa aparentemente sabia "Hay que ver el vaso medio lleno"? ¿En serio? ¿Siempre es mejor enfocarse en la mitad llena? ¿No es al menos algunas veces más útil que el vaso esté vacío para poder llenarlo de lo que sea que tengamos ganas AHORA? ¿No podríamos también ver la mitad vacía como la oportunidad de ser creativos contribuyendo algo nuevo a lo que ya contenga el vaso y generar algo nuevo?

Bajo el paradigma en el que nacimos, se nos enseña y se nos alienta a llenar la maravillosa naturaleza de nuestra vacuidad inherente con lo que sea que tengamos a mano: trabajo, comida, drogas, televisión, noticias, opiniones, chismes, relaciones tóxicas, preocupación, etc. Sin embargo, en cuanto nos embarcamos en el camino de evolución consciente, empezamos a encontrar mensajes tales como "soltá", "limpiá", "perdoná", los cuales implican un vaciamiento, y como esto puede resultar aterrador, a menudo deriva en un agarre más fuerte combinado con resistencia. A veces fingimos soltar, cuando la descarga va cargada de enojo, frustración y disgusto, sin darnos cuenta de que es precisamente esa pesada carga de "¡Hasta nunca!" la que sostiene en su lugar lo que sea que creemos estar soltando. Así es que, aunque igual vamos despojándonos de mucho en esta etapa, aún hay mucho a lo que nos aferramos, y eso es también parte de la evolución ☺.

A medida que continuamos nuestro viaje interno, comenzamos a familiarizarnos con nuestro Yo Superior, nuestra Alma, nuestro Corazón; empezamos a reconocer la parte no física y pura de nosotros que pulsa por fluir a través de cada uno, en tanto individuos. En el mismo recorrido, nos reconciliamos con Dios, la Fuente, el Universo, y empezamos a ver la belleza de crear de la nada. Al hacerlo, vemos expresiones y experiencias de esa Chispa Creativa Divina en nuestra propia experiencia humana: el entusiasmo de la hoja nueva, el lienzo impecable ante la primera pincelada, el segundo en que tomás un instrumento musical, el momento en que te ponés el delantal y te aprontás a crear un nuevo plato...

Cuando nos familiarizamos con la naturaleza Amorosa, Nutricia, Tierna y Benévola de aquello invisible que nos informa y nos modela, empezamos a relajarnos, ya que todo lo que recibimos de la Fuente para agregar a nuestro caldero-colador se combinará e integrará en el material de la vasija, sin necesidad de aferrarnos a nada, y el eterno fluir será una expresión nueva de nuestra Verdadera Naturaleza.

Entonces, al reunir todo esto, empecé a verme a mí misma como una vasija-caldero-colador viviente, suspendida dentro de una magnífica y Divina catarata de luz líquida fluyendo libremente a través de mí. Cuanto más me abro, más pura y dulce fluye, informando al material de la vasija, recreándola y acompañando su evolución, liberando todo lo que no es requerido en cada AHORA. Me doy cuenta de que la belleza de mi vacío es lo que me permite cocrear con la eterna Fuente de LuzAmorAlegría, ya que es en la forma original y única de mi vasija que la Divinidad adopta formas y colores al fluir a través de los patrones de mis orificios y lo que representa la expresión más brillante de mi Ser. Y es a partir de esta comprensión que soltar el agarre temeroso de carencia, escasez y desvalorización se vuelve fácil y grácil, ya que es cuando la copa está vacía que está rebosante, integrando la Nada y el Todo en el eterno presente, en verdadera Unidad.