Comparto el micro semanal #004 de Crisálida, escuela de Alquimia Espiritual, para el programa "Ágape, por una ciudad educadora".
Bienvenidos
al espacio de Crisálida, escuela de Alquimia Espiritual, fundada por quien les
habla, Carolina Iglesias.
La
invitación de hoy es a observar todos los mensajes y frases en imperativo que
recibimos a diario. Un imperativo, para los que no se acuerdan de sus clases de
lengua, es la forma verbal que se usa para expresar mandatos y órdenes. Ejemplos
de imperativos son las frases: “hacé, vení, comprá, aprovechá”.
Esta forma de comunicar es la más usada
en publicidad. En ese caso, este tipo de
mensajes resultan muy fáciles de detectar, y además, también es muy fácil saber
de quién es la voz detrás de ese imperativo, ya que siempre es la empresa del
producto o servicio publicitado. Siguiendo este formato, las redes sociales
están plagadas de mensajes como “Suscribite, dale me gusta, compartí”, y en
casi todos los casos también es claro de quién es la voz que las dice. Sin
embargo hay otros mensajes en los que no está del todo claro quién está detrás
de esa orden, de quién es la voz detrás de esa orden, quién se está postulando
como autoridad.
Desde la perspectiva de la Crisálida
propongo observar en cuánto desde bebés y niños buscábamos la aprobación de los
adultos a fin de asegurarnos la supervivencia. Así, muchos de nosotros
incorporamos en nuestra crisálida el programa de ser buenos, portarnos bien,
conseguir premios y evitar castigos. Obedecer y acatar órdenes quedó muy
grabado, a tal punto de generar reacciones automáticas a obedecer. De vez en
cuando creemos escapar de esos programas reaccionando con rebeldía, pero eso no
es salirse del programa, sino simplemente explorar el otro extremo del mismo.
De una u otra manera, las frases con formato en imperativo tienen un gran
impacto en nuestras conductas.
Ahora bien, no solo recibimos órdenes
desde la publicidad y las redes sociales en sí mismas. El formato en imperativo
aparece con muchísima frecuencia en frases célebres e incluso en muchísimos
libros de autoayuda. El asunto en estos casos es que muchas veces lo que dicen en
forma de orden es una buena idea; el único inconveniente es cómo lo estamos
recibiendo. Cuando alguien elige dirigirse a nosotros usando el imperativo, se
ubica al menos un escalón por encima de quien escucha o lee; de manera inversa,
quien recibe la orden en automático se ubica al menos un escalón por debajo de
quien la da.
Mi invitación desde Crisálida, escuela de
Alquimia Espiritual, es que empieces a observar todos los mensajes en
imperativo a fin de generarte unos segundos de amortiguación antes de
reaccionar automáticamente. Esos segundos te van a permitir pensar por vos
mismo y responder libremente en lugar de reaccionar automáticamente
Entonces, la propuesta sería, la próxima
vez que detectes uno de estos mensajes que prestes atención a quién lo está diciendo, de quién es la voz
autoritaria detrás de ese mensaje y qué grado automático de acatamiento te
genera. En muchos casos, la orden cae casi de inmediato al ser vista con
conciencia y atención. En los casos en que la idea propuesta sea buena, te sugiero
desarticular el formato en que viaja la idea y reformular la frase. Una forma simple
de reformular frases de este tipo es cambiarlas a primera persona, siendo vos
tu propia autoridad. A modo de ejemplo tomemos la frase atribuida a Ghandi “sé
el cambio que quieras ver en el mundo”. Esta propuesta me resuena, sin embargo,
está en forma de orden, como si quien la dice tuviera autoridad para decirme
quién o cómo tengo que ser. Entonces, la reformulo en primera persona y digo:
“yo soy el cambio que quiero ver en el mundo”.
Ser libre incluye cuestionar la autoridad detrás de todo imperativo. |
Si te entusiasma profundizar en la
aventura de descubrir quién eras antes de que te dijeran quién ser, te espero
en mi página de Facebook, @CrisalidaAlquimia. Hasta la próxima.
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