Bienvenidos al espacio
de Crisálida, escuela de Alquimia Espiritual, fundada por quien les habla,
Carolina Iglesias.
En esta oportunidad recurrí a mi
herramienta de enfoque por excelencia, las runas celtas, para elegir qué tema
abordar esta semana. Interesantísimo, porque salió la runa de la madre, siendo
que el fin de semana pasado fue el día de la madre. Así es que una semana más
tarde, tenemos la oportunidad de reconocer y profundizar sobre nuestra madre
interna.
La madre interna es un aspecto de nuestra
originalidad que empieza a surgir en la pubertad, cuando experimentamos el
quiebre que se produce cuando necesitamos una palabra de aliento, una manera de
sostener o de acompañarnos que estaría buenísimo que viniera de nuestra madre,
pero somos conscientes de que nuestra madre biológica no tiene lo que nosotros
necesitamos en esta oportunidad; no lo tiene desarrollado o madurado en sí
misma. No es que no lo quiera dar; simplemente no lo tiene. Si tomo conciencia
de esto, tengo la oportunidad de liberar a mi madre de la carga de tener que
satisfacer todas mis necesidades inmaduras; y al mismo tiempo libero a todos mis aspectos niños e inmaduros de la
frustración recurrente de comparar a nuestra madre de carne y hueso con nuestra
madre de fantasía.
Lo interesante es que nuestra madre de
fantasía encierra en sí misma las características más salientes del aspecto
maternal de mi Esencia, que siempre estuvo disponible para mi identidad. Al
permitirme reconocer y reposar en ese aspecto esencial, empiezo a activar a mi
“madre interior” y a relacionarme con ella como la perfecta madre para mí, la que
siempre me comprende y siente gratitud solo porque nací. Esa “madre interior”
es nuestra mayor fuente de amor propio, y al reconocerla, liberamos al resto
del mundo de la tarea de tener que consolarnos, decirnos las palabras
correctas, entendernos, estar para nosotros incondicionalmente, más todo lo que
cada uno elija añadirle a esa lista. Y a buena noticia es que a esa capacidad, a esa madre interna,
no la empiezo a activar de cero, ya tenemos una plataforma que tenemos que
reconocer. Esa plataforma está formada por varias piezas. Una pieza es lo mejor
que recibí y sigo recibiendo de mi madre de carne y hueso, en caso de tenerla
viva. Otra pieza de la plataforma es nuestro lado más nutricio y cuidador, ese que extendemos con tanta
maestría a nuestros propios hijos --si los tenemos-- a los sobrinos, alumnos, a
todos los niños con los que interactuamos. Otra pieza es esa energía compasiva
y alentadora que extendemos a nuestros amigos, esa incondicionalidad de estar,
de escuchar, de acompañar. También sumamos nuestra forma de vincularnos con las
mascotas, las mascotas que nos invitan
fluir amor incondicional porque nunca las podemos culpar ni juzgar por lo que
hacen. La plataforma se fortalece cuando empezás a apreciar las cualidades que
te hacen un lugar seguro para tus seres queridos, cuando te abocás a descubrir cuál
es tu combinación particular de características a las que recurrís para
reconfortar a otros y hacerlos sentir mejor, en paz consigo mismos, y con
confianza para seguir.
Y luego viene la mejor
parte: empezar a dirigir esa maravillosa frecuencia vibratoria hacia vos. Empezar
a volverte consciente de cómo se siente estar del lado de quien recibe tu
energía maternal. Empezar a cultivarla y disfrutarla. La invitación es a
convertirte en el dador y el receptor de uno de tus dones más especiales, y
mientras lo hacés, te abrís a experimentar el amor y la incondicionalidad de tu
Esencia en su multiplicidad de dimensiones.
Si te entusiasma profundizar la aventura de descubrir quién eras
antes de que te dijeran quién ser, te espero en mi página de Facebook,@CrisalidaAlquimia. Ahí también podés dejar tus comentarios, preguntas y
sugerencias para un próximo audio. Muchas gracias y ¡hasta la próxima!